lunes, 30 de mayo de 2011

Batalla de las Navas de Tolosa

Una vez terminada la tregua de los diez años, que musulmanes y cristianos firmaran después de la batalla de Alarcos,  el Rey Alfonso VIII no podía movilizar sus fuerzas para atacar a los almohades porque no se fiaba de los reyes de León ni de Navarra, que atacarían sus fronteras en cuanto quedaran desprotegidas.
Por esta razón acudió al papa Inocencio III quien declaró como cruzada la guerra contra los almohades.   La bula papal obligó a los reyes cristianos a aplazar sus discordias personales a favor de la causa común.
El ejército se compuso al final por cruzados de Castilla, Aragón y en menor medida  de Navarra, apoyados por tropas de las órdenes militares de El Temple, Calatrava, Santiago y Hospitalarios, también se sumaron tropas portuguesas sin su rey y algunos caballeros leoneses.    El gran ausente fue el Rey Alfonso de León, quien por estar enemistado con Castilla no acudió y si se dedicó a asediar varios castillos fronterizos.
Por su parte los almohades también hacían sus movimientos ya que desde el año 1211 el hijo del califa muerto en Alarcos, el Miramamolín Muhamamad an-Nasir, llegó a la Península desde Marraquech al frente de un descomunal ejército de unos cien mil hombres, dispuesto a vencer a los cristianos definitivamente y avanzar hasta las mismas orillas del Tíber en Roma.
El 19 de junio salieron de Toledo las huestes cristianas.  En su camino tomaron las plazas musulmanas de Malagón, Calatrava, Alarcos y Caracuel. Aquí se les unió el ejército de Sancho de Navarra, con sólo 200 caballeros. Tras una escaramuza en el Puerto del Muradal, el choque definitivo se producirá junto al lugar llamado Mesa del Rey. Será la batalla de las Navas de Tolosa.
La batalla.
El ejército cristiano, unos 12.000 hombres divididos en tres cuerpos acamparon en un cerro llamado Mesa del Rey.    El rey de Aragón mandaba en el ala izquierda,  en el centro de la formación el castellano Alfonso VIII y en el ala derecha el navarro Sancho VII, reforzados por tropas de varios concejos castellanos.   Cada cuerpo estaba dividido a su vez en tres líneas ordenadas en profundidad.   La vanguardia del cuerpo central se constituiría en el eje de la lucha, fue comandado por el alferes real de Castilla, el veterano Diego López de Haro.  En segunda línea se ordenaban los caballeros de las órdenes militares del temple, hospitalarios, Ucles y Calatrava.   En la retaguardia el cuerpo de reserva compuestos por los reyes, con Alfonso VIII en el centro y los obispos de Toledo y Narbona acompañándolo junto a otra media docena de prelados castellanos y aragoneses.
Producto del aprendizaje de Alfonso VIII de su derrota en Alarcos, se evitó el enfrentamiento hasta que la tropa descansara y se le dio al Cuerpo de Reserva la misión de estorbar las maniobras envolventes de los musulmanes.   También ordenó anteponer arqueros a las líneas de la caballería para impedir la aproximación de las tropas ligeras enemigas que hostigaban a los caballeros evitando la “tornafuye” de los almohades (Batalla de Alarcos).
Por su parte, los musulmanes, unos cien mil combatientes, instalaron su campamento en el Cerro de las Viñas.   El ejército se dispuso en cuatro líneas.  La primera la infantería ligera marroquí  al frente y la caballería ligera en los flancos. Detrás se situó la línea de voluntarios de todo el imperio, dispuestos a morir en la batalla para ganarse el paraíso.   En tercera fila la caballería pesada almohade, pesadilla de los ejércitos cristianos, en  la zaga musulmana guardando el campamento del Califa y compuesto por un contingentes de  10.000 arqueros turcos a caballo conocidos como “agzaz”.   En la cima del cerro estaba plantada la gran tienda roja de an-Nasir, como emblema de su poder, rodeada por u palenque o fortificación de campaña improvisada y que servía para frenar las cargas de la caballería pesada.   Este palenque estaba defendido por piqueros, arqueros y honderos muchos de ellos atados por los muslos o enterrados hasta las rodillas a voluntad para evitar la tentación de huir aún viéndose perdidos.   Eran conocidos como los “imesebelen o desposados”, que juraban sacrificar sus vidas en defensa del islam.   Esta guardia personal, conocida como la guardia negra, protegía la tienda del sultán y formaban la cuarta línea en la retaguardia.
ARMAS:               los cristianos disponían de lanza, espada, cuchillo, maza, hacha, alabarda, arco y hondas.  Como defensa estaban equipados con escudos, cotas de mallas y yelmos.  A diferencia de los musulmanes los cristianos implementaron un primitivo sistema de señales a modo de comunicación durante la batalla.
Por su parte los musulmanes tenían las mismas armas con una gran reserva de flechas, como defensa los soldados almohades estaban equipados solo con un escudo.
DESARROLLO:
El avance cristiano comenzó al amanecer del 16 de julio de 1221.  La vanguardia Cristiana (López de Aro) bajó de la Mesa del Rey y atravesó el llano de las Américas a paso de carga. 
La primera línea cristiana chocó con la defensa musulmana que se cerraron sobre ella causándole muchas bajas, luego acudió la segunda línea cristiana.  Ante las sucesivas oleadas, las avanzadas musulmanas se dispersaron, abriéndole el paso a los cristianos, que pudieron dirigirse hacia los altozanos contiguos donde se encontraban los voluntarios.  La resistencia fue brutal, pero los atacantes cristianos pudieron abrirse paso sin dificultad y arremetieron contra el grueso ejército almohade que los esperaba en el alto del cerro y los contuvo al punto de iniciar el contraataque cerro abajo.  Don Diego y la caballería profesional resistían pero la tropa regular, más inexperta era blanco fácil para los arqueros y honderos de la guardia negra.  
Los musulmanes cometieron un error táctico, al ver ceder e incluso retirarse a los cristianos rompieron la formación para perseguirlos.
Alfonso VIII, viendo la gravedad de la situación, envió la reserva en una carga decisiva a la que se sumaron los tres reyes junto con sus tropas.  Cuentan las crónicas que, los cristianos al ver como los reyes acudían a su ayuda, se llenaron de valor y cobraron nuevos bríos que influyeron decisivamente en la batalla.   Sin embargo los almohades ya habían abierto una brecha central por donde los reyes junto con las mejores fuerzas cristianas lograron colarse en la empalizada del palenque.  Se dice que fueron los doscientos caballeros navarros, encabezados por el rey sancho quienes penetraron la última línea defensiva para dirigirse directamente hacia an-Nasir.   Dicen que las cadenas rotas del escudo de navarra de deben a la espada del rey sancho al romper las cadenas con las que se ataban los imesebelen en la empalizada.
Sea como fuere, lo cierto es que los imesebelen fieles a su promesa, sucumbieron en sus puestos , la batalla en la colina fue terrible la cantidad de muertos fue tal que  después de la batalla los caballos casi no podía circular por ella de la cantidad de cadáveres apilados.
Por su parte al-nasir, según la versión musulmana, permaneció vestido de verde sentado sobre su escudo delante de su tienda con el Corán en una mano y la cimitarra en la otra vio morir a su alrededor a más de diez mil hombres de los que formaban su guardia, entonces  al verse perdido, un árabe descabalgando de su yegua se dirigió a él y se la entregó para que huyera.  Los alhoades que pudieron huyeron en desbandada y fueron perseguidos y ejecutados por la caballería cristiana.  Alfonso VIII dio la orden de no hacer prisioneros según las fuentes musulmanas con esta frase:  “Matad y no haced prisioneros, el que traiga un prisionero será muerto con él.
Esta batalla marca el inicio del declive del poder almohade en la Península, obligándolos a retroceder y mantener el control solo de Andalucía por un tiempo más, la frontera castellana se consolidó en la Sierra Morena facilitando las conquistas en el siglo XIII.

jueves, 26 de mayo de 2011

Batalla de Alarcos, la escuela de Alfonso VIII



En la edad media, Alarcos era un enclave de suma importancia debido a que se encontraba entre la ruta de Córdoba a Toledo y como se encontraba en la frontera del reino de Castilla con al-Ándalus fue ocupada de forma alternativa por cristianos y musulmanes durante esta época.
El Rey Alfonso VIII ordenó edificar, a finales del siglo XII, una verdadera ciudad fortificada alrededor del castillo musulmán de Alarcos, que conjugara en una sola obra una exhibición de poder y vocación conquistadora.   Esta edificación fue planificada
para que sirviera de base de operaciones en la que organizar las fururas campañas hacia el sur.
En el año 1195 el califa almohade Abu Yusuf al – Mansur (Ysuf II) desembarcó en Tarifa y se dirigió a Alarcos, donde se encontraba el rey castellano con una ciudad fortaleza aún en construcción.   La amenaza almohade, obligó a los reyes cristianos a suspender las disputas que, debido al deseo de expansión de sus reinos, tenían entre ellos.
De esta forma Alfonso VIII consiguió la ayuda de los reyes de León, Navarra y Aragón, sin embargo, el ímpetu de Alfonso VIII lo llevó a cometer el error de no esperar los refuerzos del Rey Alfonso IX de León, ni del Rey Sancho VII de Navarra que ya se encontraban en camino y viéndose con más efectivos y mejor posición inició el ataque.

El 19 de julio de 1195 se inició el combate.   La “tornafuye” almohade dio excelentes resultados a los musulmanes.   Esta táctica consistía en reiterados ataques y retiradas de la caballería ligera sarracena que gracias a la habilidad y puntería de sus jinetes arqueros causó grandes daños a la pesada caballería cristiana.   Estas unidades almohades, estaban dotadas de un potente arco compuesto que eran capaces de disparar desde sus monturas a toda velocidad y en todas direcciones causando gran daño a la caballería cristiana que disponía de una movilidad más reducida.  Esta táctica provocó que la caballería cristiana se separara de la formación para repeler a los hostigadores, pero siendo estos últimos más rápidos, aislaron las fuerzas del rey castellano provocando su retirada.   Alfonso VIII había sido derrotado y se vio obligado a huir a Toledo.
Luego de la victoria los almohades asaltaron la plaza fuerte de Calatrava la vieja, cuya guarnición cayó y los prisioneros fueron pasados a cuchillo.  La ofensiva musulmana continuó avanzando hasta llegar al rio Tajo y a las puertas de Toledo.  No obstante, el avance se detuvo y ambos bandos firmaron un acuerdo de paz de diez años de duración.
Los problemas de los cristianos no acabaron con la firma de la paz ya que la demora de Sancho VII, o la poca paciencia de Alfonso VIII, dependiendo del punto de vista, trajo como consecuencia un enfrentamiento entre ambos reinos aunque después de un año los reyes firmaron la paz.

Lo aprendido en esta derrota, será de mucha utilidad para el Rey Alfonso VIII en la Batalla de las Navas de Tolosa.
Fuentes:
Grandes Batallas de la Historia, The History Channel, PLAZA & JANES
Historia de España, Tomo 2, Editorial GENIL, SA
http://www.artehistoria.jcyl.es/granbat/videos/919.htm

lunes, 23 de mayo de 2011

La razón de este blog

Hace tiempo que me he convertido en un enamorado de la historia.  La verdad, que el que me conoció siendo un niño ha de sorprenderse de este hecho, yo era incapaz de memorizar tantas fechas y nombres.   Pasado el tiempo y por circunstancias que no vienen al caso, comencé a coquetear con esta asignatura con el propósito de hacer imágenes novedosas que hicieran más agradable su estudio.  Este propósito me llevó a investigar más allá de fechas y nombres.   Me obligó a preguntarme el porqué de las cosas, como eran sus ropas, las comunicaciones, las armas, las creencias sociales, la arquitectura, etc. de los temas que estudiaba y sin darme cuenta de ello, el aterrador aprendizaje de nombres y fechas pasó a un segundo plano, puesto que terminaba aprendiéndomelos sin querer.

La razón de este blog es dar una alternativa diferente a los temas que se traten priorizando los hechos y sus consecuencias, así como proporcionar imágenes y gráficos novedosos, para que los estudiantes puedan aportar en sus trabajos de investigación con el fin enriquecerlos con enfoques novedosos.

Le pido al colectivo estudiantil que no caiga en la tentación de copiar y pegar los textos.  El mejor investigador es el que lee, digiere la información y luego la plasma.  Es cierto que toma algo más de tiempo, pero la satisfacción de hacerlo y el aprendizaje que trae como consecuencia, hace que valga la pena.

Hace tiempo un alumno me preguntó: “¿para qué sirve la historia si siempre trata de gente muerta y cosas pasadas?”

Si eres de los que piensan igual, primero te felicito por tu análisis crítico y en segundo término te hago esta reflexión: La humanidad ha sobrevivido y evolucionado gracias a su capacidad de adaptación a los acontecimientos presentes y futuros.  La historia nos permite estudiar el pasado para entender nuestro presente y de esta forma podernos prepararnos mejor para el futuro.

Para terminar dedico este blog a la memoria de mi tutor Tomás Polanco Alcántara quien en vida fue  miembro de la Real Academia de la Historia venezolana y el mejor estudioso de la historia de Venezuela de los últimos tiempos.

LJ González